viernes, 9 de abril de 2010

Mi mascota, el microondas

Valentino era el único nene de la cuadra que no tenía mascota. Un animal podía estropear el jardín, se podía escapar, alguien lo iba a tener que perseguir, había que bañarlo, darle de comer, parecía que tener mascota era una gran hazaña. Pero a Valentino no lo conformaban esas excusas, así que se ingenió un plan.
Puso el microondas en su carrito y lo llevó de la cuerda. Cuando su mamá quizo poner a cocinar una torta casi se muere del susto... ¿habían entrado ladrones? No. Por la ventana vio a su hijo paseando el microondas por el jardín. ¡Qué alivio! Menos mal que no había traido un perro.

La familia decidió que podían cocinar todo en el horno, cualquier cosa era mejor que un animal que muerda a la visita. Los electrodomésticos eran una raza limpia y silenciosa.
Otra tarde, cuando la mamá quizo secarse el pelo, por más que buscó su secador no lo encontró. Revolvió todo el baño hasta que vio que Valentino lo había puesto en una vieja jaula y le llenaba de alpiste los comederos. Sonrió aliviada. Nadie que los despierte con el sol, ni semillas desparramadas por el piso. Antes que comprar otro secador prefirió cortárse el cabello bien cortito.
Valentino estaba indignado. De alguna manera tenían que darse cuenta. Esta vez puso la afeitadora en una rueda de hamster. El papá observó la extraña escena, se alzó de hombros y decidió dejarse la barba. Además un hamster de verdad era un asco.
Valentino estaba cada vez más enojado. No había forma de que sus padres entendieran que quería una mascota real. Entonces decidió dar su golpe maestro.
Cuando sus papás volvieron de hacer las compras encontraron todos los controles remotos en la pecera: el de la TV, el del DVD, el del equipo de audio, el de aire acondicionado... todos flotando. Al lado de este peculiar acuario, estaba Valentino tirándoles comidita. Los miró sonriente y sus padres le devolvieron la sonrisa.
-Menos mal que no tenemos peces. Si no se les cambia el agua seguido dan un olor espantoso.
Valentino no lo podía creer. Sus papás eran inconmovibles. Pero esa misma noche, de ese día en que se habían mostrado tan conformes con los pecesitos a pila, sucedió lo que tanto había esperado.
Durante la cena tuvieron que comer todos apretados al televisor, a un brazo de distancia para poder cambiar de canal; al equipo de música ni lo encendieron por no dar dos pasos; y a la mañana los papás amanecieron con los mocos colgando porque no habían podido apagar el aire acondicionado.
Temblando de frío la mamá le dijo al papá:
-Creo que un perrito no estaría tan mal.
A lo que Valentino acotó:
-Uno chiquito, para que coma, ensucie y ladre poco.
Al día siguiente, todas las absurdas mascotas habían vuelto a sus lugares y un tímido cachorrito llamado Micro entraba a la familia.

2 comentarios:

  1. me encanto fernandófilo! y sabes q mi hijo se llama Valentino y es el unico de la cuadra q no tiene mascota!!!!! ja lo juro! bss
    TE FELICITO!
    Monica de Salta by Facebook

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