lunes, 29 de marzo de 2010

La torta más rica del mundo

En un país muy lejano, donde se soplan las velitas en una milanesa, el hada Caramba les estaba leyendo a los hermanos Lucero una gran historia.
Lucía y Luciano seguían atentamente los pasos de esa leyenda que se titulaba: "Cómo hacer una torta".
-Por último, se mete al horno durante cuarenta minutos a temperatura moderada y listo. Colorín colorado espero que no se haya quemado.
El hada cerró el libro de recetas y sopló suavemente sobre su tapa. Su magia hizo que desprendiera el aroma de las tortas recién horneadas. A los hermanos Lucero se les hizo agua la boca y Lucía preguntó:
-¿Por qué ya no se hacen tortas?
Con tono misterioso el hada Caramba respondió:
-Porque hace cien años hubo una gran pelea entre los reyes de los ingredientes.
-¿Quiénes? -inquirió Luciano.
-Los reyes de la harina, los huevos, la leche y el azúcar -aclaró el hada.
Los hermanos se miraron y gritaron:
-¡Hagamos una torta!

jueves, 18 de marzo de 2010

El viaje de Juan Tanburro

A Juan Tanburro no le iba muy bien en el colegio. No le salían ni las sumas más elementales: cuando tenía que hacer 5 más 6 no le alcanzaban los dedos y renunciaba. En Lengua nunca entendía por qué no se podía decir Baca y Vurro si sonaban igual.
La junta de Villa Sapiensa se reunió y acordó que Juan fuera expulsado del pueblo por bruto y lo nombraron Cabeza de alcornoque. Hacía mucho que no se le concedía tal mención a alguien.
Su mamá le llenó la mochila de galletas y lo despidió con un poco de vergüenza.
-Vuelve cuando aprendas algo, quizás los calores de los caminos te ablanden la cabeza dura que tienes -le dijo palmeándole la espalda y medio empujándolo para que se marchara cuanto antes.
Juan se fue refunfuñando y como siempre le habían dicho que se las sabía todas no se preocupó por las vicisitudes de su exilio... hasta que cayó el sol.

El Doctor O y las falsas anginas de la jirafita

Todos los niños querían mucho al Doctor O porque era muy amable y cuidadoso, pero sobre todo porque de su consultorio siempre salían con un caramelo de miel.
Las mamás también lo adoraban. No había alivio más grande en el mundo que llevar a sus hijos sin berrinches al médico.
En la puerta de su consultorio había un cartel bastante ancho que tenía escrito: "Doctor Ornitorrinco Otorrinolaringólogo". Por eso le decían simplemente Doctor O.
Ningún padre lo llamaba por su nombre completo. Imagínense que cuando terminaban de nombrarlo su hijo ya había empeorado.

lunes, 15 de marzo de 2010

Hay un elefante en mi oreja!


El elefante era la más grande atracción del zoológico. A los niños les encantaba ver su majestuosa figura revoleando esa tremenda trompa. Cuando se ponía en dos patas todos los que pasaban por allí se detenían y lo aplaudían. ¡Qué bien que le hacían esos vítores!
Pero una tarde, después del baño, un cuidador le dijo:
-Te voy a extrañar, Augusto. El museo no es tan divertido.
Luego le dio unas palmadas y se marchó.
Revolcándose de la risa, la hiena le dijo:
-Mi prima Lucy está en el museo de Ciencias Naturales. ¡Está tan flaca que se le ven las costillas!
Entonces su rostro se ensombreció. ¡Por todas las trompas! ¡Lo iban a embalsamar y a convertir en un animal de exposición!